martes, 8 de julio de 2014

¿HUBO DIOSES EN EL MÉXICO ANTIGUO?

¿HUBO DIOSES EN EL MÉXICO ANTIGUO?

Hay dos tipos de religiones: las que suponen que el Universo es la obra de un ser personal supremo, el cual fue ayudado por otros seres personales secundarios (judaísmo, cristianismo, islam, zoroastrismo), y las que sostienen que las fuerzas creadoras son eternas e impersonales (budismo, hinduismo, taoísmo, confucionismo, shikismo, jainismo...). ¿En qué grupo se clasifican las creencias mesoamericanas? Dejemos que sean las fuentes históricas las que hablen.

Al investigar sobre las creencias nativas, los cronistas españoles reportaron que la religión tolteca partía de un principio filosófico de Unidad:

"Sólo un dios tenían, el Dios Único, al que invocaban; su nombre era Quetzalcoatl... El sacerdote de su dios les decía: 'Dios es Uno. Quetzalcoatl es Su nombre. Nada pide. Sólo serpientes, mariposas (cuerpo y alma) le ofreceréis'." (Sahagún, Códice Florentino)

"En opinión de algunos experimentados y versados en estas materias, todos estos nombres (de los dioses)... eran nombres de Huitzilopochtli, según diversos favores que les hacía." (Jacinto de la Serna, Tratado de las Supersticiones)

Puesto que se basaban en un principio de unidad, las creencias toltecas no se pueden calificar de "politeístas". Sin embargo, tampoco son "monoteístas", ya que no admitían la existencia de un dios personal como el de los cristianos. Esta circunstancia desconcertó a los españoles:

"Los indios... comúnmente sienten y confiesan un Supremo Señor y Hacedor de todo... Aunque es cosa que mucho me ha maravillado que no tuviesen vocablo propio para nombrar a Dios." (Joseph de Acosta, Historia Natural y Moral de las Indias V.3)

En aparente contradicción con el principio unitario, los españoles contaron 2 mil nombres divinos a los que llamaron "dioses", tales como Teskatlipoka, Ketsalkoatl, Shipe, Mishkoatl, etcétera. Esta es la causa por la cual, hasta hoy, los investigadores consideran - en contra del testimonio de los propios anahuacas - que la religión mesoamericana era politeísta.

La contradicción se resuelve si nos remitimos a lo que afirman las fuentes:

"Este dios (Ometeotl) dicen que hizo el mundo, y sólo a este pintan con corona como señor sobre todos, y nunca le hacían sacrificios porque dicen que no los quiere. Todos los demás (dioses) a quienes ofrendaban, fueron hombres en sus tiempos." (Códice Telleriano, informante mexica)

"Algunos de los indios daban a entender que sus dioses eran o habían sido primero puros hombres, puestos luego en el número de los dioses por ser señores principales y por algunas notables hazañas que en su tiempo habían hecho." (Torquemada, Monarquía indiana)

"Sólo a la Verdad Divina adoraban en la lengua de la sabiduría. Reformadores de la escritura se llamaron. No eran dioses, eran gigantes." (Chilam Balam, Libro de los Linajes)

La conclusión es clara: lo que hoy conocemos como "dioses" de Anahuac, en verdad fueron seres humanos, avatares de la Serpiente Emplumada.

Frank Díaz.

EL MITO DE LOS SACRIFICIOS HUMANOS EN MESOAMÉRICA

EL MITO DE LOS SACRIFICIOS HUMANOS EN MESOAMÉRICA
Antes de que cayera Tenochtitlan, los españoles convivieron durante 2 años con los pueblos de Anahuac. Ningún español fue testigo de un sacrificio humano. Todas las menciones y dibujos de sacrificios que aparecen en las crónicas de la época son de oídas.
Las leyes españolas solo permitían colonizar otras tierras si sus moradores cometían actos de inhumanidad o contranatura, como el canibalismo, los sacrificios humanos o la sodomía institucional. Por lo tanto, los colonizadores necesitaban de esos actos para justificarse, inventándolos o exagerándolos de ser necesario.
Una vez que los informantes nativos, ya cristianizados, detectaron que los españoles necesitaban de esta justificación, hubo un verdadero alud de reportes de sacrificios humanos que quedaron plasmados en las crónicas de la segunda mitad del siglo 16. De ese modo los informantes remarcaban su distancia respecto a la religión ancestral, aún a costa de calumniar a sus propios abuelos.
La religión anahuaca era muy simbólica y se basaba en los principios del merecimiento y el autosacrificio, los cuales se ejemplificaban mediante imágenes de muerte (tan gráficas como el crucificado de los cristianos). Si uno va con prejuicios a la información, es muy fácil tomar esos emblemas como literalidades.
Todas las sociedades de la tierra han tenido formas para deshacerse de delincuentes y enemigos militares o políticos, así como combates gladiatorios y autoinmolación ritual. No es más sacrificado el delincuente que subían a una pirámide para darle algo de dignidad a su muerte, que el delincuente que cocinan en la actualidad en una silla eléctrica o con un cóctel químico.
Lo que no todas las sociedades han tenido es una institución (la Santa Inquisición) diseñada específicamente para torturar a todo el que disintiera de la doctrina oficial. Asimismo, sería imposible encontrar en otra sociedad, fuera de la cristiana, un caso de sacrificio humano tan masivo y sistemático como las hogueras inquisitoriales.
Dos ejemplos nos dicen la verdad sobre los sacrificios humanos en Mesoamérica:
1. Se afirma que los mayas sacrificaban doncellas en el cenote de Chichén Itzá. Cuando dicho pozo fue dragado a principios del siglo 20, se encontraron los restos de 200 personas de toda edad y sexo. Si tenemos en cuenta que el sitio fue habitado desde hace al menos 10 mil años, eso significa dos ahogados por siglo, lo cual parece una cuota normal para un pozo de ese tamaño.
2. Incluso investigadores de cierto nivel repiten como loros el mito de que los mesoamericanos sacrificaban al jugador de pelota, al tomar en sentido literal las imágenes de decapitados que aparecen en los relieves huastecas y mayas. Los españoles asistieron muchas veces a ese juego y lo describieron en detalle, pero nunca reportaron un sacrificio.
El tema de los sacrificios humanos en el México antiguo es una burda exageración de los antropólogos y una muestra de la hipocresía de la nuestra cultura, dispuesta a destruir hasta el último vestigio de una civilización milenaria con tal de encubrir la estremecedora crueldad e ilegalidad de la invasión de América.
Frank Díaz
Antropólogo

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