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jueves, 4 de julio de 2013
Refranes derivados de los conflictos étnicos de la época Novohispana
los problemas sociales novohispanos que dejaron su huella en el refranero Meshicano fue, como no, el de los conflictos étnicos. Ello motivó la creación de una serie de refranes sobre el asunto. Como bien se sabe, el refranero novohispano evolucionó al ritmo de la conciencia nacional: mientras en los siglos XVI y XVII la gran mayoría de los refranes que funcionaban en el habla novohispana provenían del acervo español, durante el siglo XVIII emergieron una serie de refranes nativos al calor de la problemática cotidiana. Una parte de los refranes de que aquí nos ocupamos, formaban parte de un refranero novohispano prácticamente aún no estudiado; otra parte de ellos fueron acuñados en el siglo XIX y se conservan como un documento de la guerra de castas. Todos ellos tienen como denominador común un sustrato de pugnas interétnicas:
A barbas de indio, navaja de criollo.
Al español, puerta franca; al gachupín, pon la tranca.
¡Ay, Chihuahua, cuánto apache, cuánto indio sin huarache!
Cuando el indio encanece, el español no aparece.
Español que deja España y que a México se viene, cuenta le tiene.
Está como verdolaga en huerto de indio.
Indio con puro, ateo seguro.
Indio, pájaro y conejo, en tu casa, ni aun de viejo.
Indio que suspira no llega bien a su tierra.
Indio que mucho te ofrece indio que nada merece.
Indio que quiere ser criollo al hoyo.
Indio que va a la ciudad vuelve criollo a su heredad.
Indio que fuma puro ladrón seguro.
Indios y burros, todos son unos.
La pujanza del dinero hace el indio barrigón.
Más seguro, más marrao, dijo el indio.
Naturales son los indios.
No hay que darle la razón al indio aunque la tenga.
No hay indio que haga tres tareas seguidas.
No te fies de indio barbón, ni de gachupín lampiño, de mujer que hable como hombre, ni hombre que hable como niño.
No tiene la culpa el indio sino que el que lo hace compadre.
Pa' que sepas lo que es amar a Dios en tierra de indios.
Para un burro, un indio; para un indio, un fraile.
Para el caballero, caballo; para el mulato, mula, y para el indio, burro.
Pareces burro de indios, que hasta los tamales te cargan.
Pendejos los indios que hasta para miar se encueran.
Si es indio, ya se murió; si es español ya corrió.
Tanto dura un indio en un pueblo, hasta que lo hacen alcalde.
Ya ese indio perdió el chimal.
Ya se acabaron los indios que tiraban con tamales.
Existen autores en la literatura Maya y Nawa
“También los autores del área nahuatl firmaban sus composiciones. León Portilla pudo caracterizar a 13 poetas nahuas gracias a las referencias que hacen de sí mismos en sus escritos. Era literatura de autor.
Este tipo de noticias confirma que, contrario a lo que suele afirmar, la civilización de Anahuac era literaria. También existió una tradición oral, como en cualquier otra cultura, pero la base de la transmisión del conocimiento era el papel y la tinta.“
Frank Diaz Tleoko
Este tipo de noticias confirma que, contrario a lo que suele afirmar, la civilización de Anahuac era literaria. También existió una tradición oral, como en cualquier otra cultura, pero la base de la transmisión del conocimiento era el papel y la tinta.“
Frank Diaz Tleoko
El mito de la creación, fabuloso pasaje del Popol Vuh
Sipaktonal/Ometekuhtli & Oxomoko/Omesiwatl son la voluntad y el espíritu de Dios respectivamente. Las herramientas de adivinación (los oráculos) le revelan al hombre tal voluntad. La voluntad es creadora (declara inmaterialmente) y el espíritu le da forma.
-- Digámosles a Ixpiyacoc, Ixmucané, Hunahpú-Vuch, Hunahpú-Utiú : ¡Probad suerte otra vez! ¡Probad a hacer la creación! -- Así dijeron entre sí el Creador y el Formador cuando hablaron a Ixpiyacoc e Ixmucané.
En seguida les hablaron a aquellos adivinos, la abuela del día, la abuela del alba, que así eran llamados por el Creador y el Formador, y cuyos nombres eran Ixpiyacoc e Ixmucané.
Y dijeron Huracán, Tepeu y Gucumatz cuando le hablaron al agorero, al formador, que son los adivinos: -- Hay que reunirse y encontrar los medios para que el hombre que vamos a crear nos sostenga y alimente, nos invoque y se acuerde de nosotros.
-- Entrad, pues, en consulta, abuela, abuelo, nuestra abuela, nuestro abuelo, Ixpiyacoc, Ixmucané, haced que aclare, que amanezca, que seamos invocados, que seamos adorados, que seamos recordados por el hombre creado, por el hombre formado, por el hombre mortal, haced que así se haga.
-- Dad a conocer vuestra naturaleza, Hunaphú-Vuch, Hunahpú-Utiú, dos veces madre, dos veces padre, Nim-Ac, Nimá-Tziís, el Señor de la esmeralda, el joyero, el escultor, el tallador, el Señor de los hermosos platos, el Señor de la verde jícara, el maestro de la resina, el maestro Toltecat, la abuela del sol, la abuela del alba, que así seréis llamados por nuestras obras y nuestras criaturas.
-- Echad la suerte con vuestros granos de maíz y de tzité. Hágase así y se sabrá y resultará si labraremos o tallaremos su boca y sus ojos en madera--. Así les fue dicho a los adivinos.
A continuación vino la adivinación, la echada de la suerte con el maíz y el tzité. ¡Suerte! ¡Criatura!, les dijeron entonces una vieja y un viejo. Y este viejo era el de las suertes del tzité, el llamado Ixpiyacoc. Y la vieja era la adivina, la formadora, que se llamaba Chiracán Ixmucané.
Y comenzando la adivinación, dijeron así: -- ¡Juntaos, acoplaos! ¡Hablad, que os oigamos, decid, declarad si conviene que se junte la madera y que sea labrada por el Creador y el Formador, y si éste [el hombre de madera] es el que nos ha de sustentar y alimentar cuando aclare, cuando amanezca!
Tú, maíz; tú, tzité; tú, suerte; tú, criatura; ¡uníos, ayuntaos! les dijeron al maíz, al tzité, a la suerte, a la criatura. ¡Ven a sacrificar aquí, Corazón del Cielo; no castiguéis a Tepeu y Gucumatz!
Foto de Marte Trejo
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